jueves, 19 de abril de 2012

¿Qué compramos con nuestra libertad?

Los gobiernos de una preocupante cantidad de países desarrollados se han alzado en una creciente lucha contra el “cibercrimen”; desde el director de FBI que asegura que “en el futuro la mayor amenaza será el ciberterrorismo” hasta Sarkozy anunciando que impondrá penas de cárcel a quienes “visiten páginas que fomenten la violencia.

Dejando a un lado que “vaya-usted-a-saber-en-qué-consiste-el-ciberterrorismo” y que imponer penas de cárcel por el mero hecho de acceder a ciertas páginas web muy probablemente vaya contra el derecho a la información, lo que realmente preocupa es el trasfondo que se esconde tras estas declaraciones de intenciones.

La hemeroteca nos recuerda que los discursos de este tipo casi siempre son antesala a un recorte de libertades (o de nuestro bolsillo) autojustificado con el “bien común”. Es el discurso del miedo, la verborrea maximalista y apocalíptica que utiliza quien ostenta el poder para ofrecer SU punto de vista sobre un problema concreto, convertir intereses individuales en colectivos y meter la dosis justa de pánico en el cuerpo de los ciudadanos con el fin de que estos asuman de motu propio que han de ser protegidos contra algo, y que ese algo es tan importante que vale la pena sacrificar algunos derechos (y/o dinero) para preservarlo.

Lo que ocurre es que el beneficio ofrecido por las medidas vendidas a través del temor suele ser muy cuestionable ya que resulta imposible cuantificar el bien realizado o, mejor dicho, “el mal prevenido” al basarse en el siguiente principio (extraído de un capítulo de los Simpson):

-Esta piedra ahuyenta a los tigres.
-Demuéstralo.
-¿Tú ves algún tigre por aquí?
-¡Te compro la piedra!

...pero lo cierto es que nunca ha habido tigres, o a lo mejor aquello que nos vendían como un tigre en realidad era un lindo gatito presentado ante la opinión pública como un malvado felino. Convence a la gente de que hay que protegerla contra unos tigres que nunca ha visto y te comprará la puñetera piedra.

Pasa en las guerras, pasó con la gripe A y está a punto de pasar con el control de Internet.

Es fácil: Inventa un problema o exagera uno existente, después, a través de los medios de comunicación que controlas, convierte  problema en un problema de todos. Presenta tu mensaje como el único posible, abusa de la neolengua para convertirlo en sentido común, de este modo aquel que tenga objeciones será rechazado y marginado automáticamente por la sociedad. Si no puedes sostener un contexto en que sólo exista tu punto de vista, crea un marco controlable que al menos genere una ilusión de libertad.



Cuece los ingredientes a fuego lento y conseguirás que quien no quiera ir a la guerra sea considerado un “comeflores”, que quien salga a la calle a protestar porque no le gusta lo que hay sea un “antisistema” y que quien no quiera que se controle Internet sea porque es un terrorista. Si lo has hecho todo bien el pez morderá el anzuelo...

Mientras una vez capeado el temporal la gente se acaba preguntando si era necesario todo esto, siempre hay una minoría interesada que, pase lo que pase, acaba sacando tajada de la maquina del miedo. Esa minoría puede ser un dictador con ansias de poder, fabricantes de armas que se forran con los conflictos bélicos, farmacéuticas que se llenan los bolsillos con cada “epidemia” o, como en este caso, gobiernos democráticos que miran con recelo hacia Internet porque es el único canal de información que, de momento, no pueden controlar. Por ello tratan de demonizarlo y nos cuentan que está lleno de malhechores y que sólo ellos, a través del control, nos pueden proteger.

Pero lo cierto es que la Red no es algo acotado, no es algo que se pueda señalar con el dedo, Internet somos todos, comunicándonos, compartiendo, informando y siendo informados, opinando y pasándolo bien.

No es una sociedad aparte, es LA SOCIEDAD interactuando a través de un medio abierto y horizontal como jamás había soñado. Las noticias ya no nos llegan exclusivamente por canales de información dependientes de intereses políticos y económicos, sino que nos llegan de todas partes y de fuentes infinitamente diversas, cada ciudadano conectado es un redactor en potencia, en los foros y redes sociales las personas tienen libertad para cuestionar las informaciones o darlas por buenas, exponer sus dudas y sus puntos de vista mientras se enriquecen de los demás, fortaleciendo así el pensamiento crítico en detrimento del pensamiento único.

Por ello hemos de ser conscientes de que cuando hablamos de controlar Internet, cuando hablamos de monitorizar indiscriminadamente las comunicaciones de los usuarios, no estamos tratando algo baladí, estamos hablando de medidas de novela de George Orwell que de ser aplicadas en el mundo analógico TODOS (salvo los 4 dictadores de turno) nos echaríamos las manos a la cabeza.

Algunas de las propuestas de estas leyes incluyen, pero no se limitan a, espiar lo que se escribe en los e-mails o hacer bases de datos con números de tarjeta y contraseñas; a todas horas, sin juez de por medio y sin tener pruebas objetivas de que nada de ello servirá para lo que dicen que servirá, es decir, cargarse el derecho a la privacidad y poner en riesgo la seguridad de los consumidores para nada.

La cuestión es que, como es evidente, las normas que rigen en el mundo físico también aplican en la Red, ya existen leyes para combatir los problemas que exponen estas nuevas leyes Gran Hermano y funcionan perfectamente, a fin de cuentas, Internet no es más que un medio de comunicación.

No hay, repito, NO HAY ninguna justificación para esta obsesión por el control draconiano salvo el propio control y la elección de los asuntos en torno a los cuales giran estas normativas no son fortuitos, están “escogidos” para que los opositores puedan ser considerados como gente que tiene algo que esconder en lugar de, simplemente, ciudadanos normales y corrientes que sólo desean vivir su día a día sin tener a los proveedores de servicios constantemente husmeando en lo que hacen.



La monitorización de las comunicaciones era y es precisamente uno de los puntos propuestos en las recientes leyes antipiratería con la excusa de la propiedad intelectual; como han visto que por ahí no cuela están buscando otros caminos, caminos que se sustentan en el evidente reproche social que existe hacia los temas que tocan dichas leyes...

¿Quién en su sano juicio estaría a favor del terrorismo? NADIE, la pregunta es: ¿Estarías dispuesto a que el gobierno, o la empresa privada subcontratada para el trabajo, escuchara todas tus llamadas y leyera cada una de tus cartas?

Si nos vamos tragando la propaganda política y estas leyes salen adelante lo que obtendremos al final será una sociedad controlada las 24 horas del día a cambio de una falsa sensación de seguridad, con miedo a un gobierno que no para de meter sus narices en nuestras comunicaciones.

Por el otro lado tendremos a unas empresas que se forrarán con los contratos, pagados con dinero público, que se adjudiquen para levantar y mantener la infraestructura del control, y a unos gobernantes que, con el pretexto de la ciberseguridad, habrán conseguido que sus ciudadanos acepten con una sonrisa la prostitución de su privacidad.

El fin no justifica los medios. Leyes contra el terrorismo o contra las estafas online son absoultamente necesarias, pero es de vital importancia que sepamos diferenciar el fin del medio pues habrá ocasiones en las que el fin será utilizado como excusa para vendernos un medio con el que favorecer a una élite a costa de perjudicar a todos los demás.

"Bajar el límite de velocidad podría ser un medio para alcanzar el fin de reducir el número de muertes en carretera, pero a nadie se le ocurriría poner un límite de 10 km/h en autopista...a no ser que quiera hacerse de oro poniendo multas."


PD: ...no te creas por que sí lo que yo escriba aquí, esto no es más que un blog con escasas pretensiones, infórmate, busca noticias relacionadas, haz uso de la información que hay disponible en Internet y créate una opinión propia, porque en el fondo es ESO lo que está en juego.

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